La cantidad de menores de edad que toman alcohol aumentó de manera preocupante. Según la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar), en 2010 el 42% de los chicos lo había consumido; en 2017, subió al 60,5%.
Tomemos conciencia de los riesgos del consumo de alcohol por parte de menores de 18 años y ¡pongamos manos a la obra para erradicar este peligro!
Las bebidas alcohólicas son sustancias líquidas o especies alcohólicas aptas para el consumo humano, derivadas de la fermentación, destilación, preparación o mezcla de productos alcohólicos de origen vegetal y/o frutal. Cuando se consumen, el alcohol es rápidamente absorbido al flujo sanguíneo y afecta en mayor medida al cerebro, al corazón, a los pulmones y al hígado.
Cualquier consumo por parte de menores de 18 años se considera inadecuado, tanto por razones fisiológicas como por razones psicológicas. Además, cabe recordar que el consumo en menores de 18 años está penado por la ley.
Tanto desde nuestro rol como familiares, como miembros de la comunidad y como comerciantes, podemos ayudar a prevenir el consumo de alcohol en menores de edad y retrasar el inicio de su ingesta hasta los 18 años.
Estos son algunos consejos y pasos a seguir para erradicar el consumos de bebidas alcohólicas en menores.
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Como sustancia psicoactiva, tiene un carácter tóxico, provocando grados de intoxicación aguda que se produce cuando la cantidad de etanol ingerido es mayor que la que el hígado es capaz de metabolizar. Cuanto más alcohol se consume, mayor es la cantidad de este que es absorbido y circula a través del torrente sanguíneo, por consiguiente se eleva el grado de afectación del organismo en general.
Consumo responsable es aquel que realizan las personas adultas sanas y que no supere los límites de riesgo para la salud propia o de terceras personas.
Estas recomendaciones NO pueden aplicarse a los denominados colectivos de riesgo: menores, conductores y embarazadas.
Cualquier consumo por parte de menores de 18 años se considera inadecuado, tanto por razones fisiológicas como por razones psicológicas. Además, cabe recordar que el consumo en menores de 18 años está penado por la ley.
El alcohol en la adolescencia afecta de manera negativa al sistema nervioso central produciendo alteraciones de comportamiento, aprendizaje y memoria. También produce trastornos digestivos, hepáticos, cardiovasculares y endocrinos (disminución de la hormona del crecimiento, descenso de la testosterona en varones y aumento de la misma en las mujeres). Asimismo, también puede provocar alteraciones de la densidad ósea.
Estudios sugieren que el cerebro continúa desarrollándose después de la infancia y la pubertad, y que no está totalmente maduro hasta que superamos los 30 años, e incluso no alcanza su plenitud hasta cumplir los 40. Los hallazgos contradicen teorías previas que apuntaban a una maduración cerebral mucho más temprana.
El córtex prefrontal es la zona que experimenta un periodo de desarrollo más prolongado y es importante para funciones cognitivas superiores como la planificación, y la toma de decisiones. Además, juega un papel clave en el comportamiento social, la empatía y la interacción con otros individuos, y en ella residen algunos rasgos de la personalidad.
El cerebro del adolescente le lleva a realizar actividades impulsivas ya que dispone de una corteza prefrontal inmadura que no es capaz de planificar ni frenar este tipo de acciones.
Comenzar a beber alcohol a una edad demasiado temprana está asociado a diferentes problemas de salud, y por ello son importantes las leyes que prohíben el consumo de alcohol a menores de edad.
Aunque la mayoría de los niños de entre 10 y 14 años aún no han comenzado a beber, la adolescencia temprana es un momento de especial riesgo para comenzar a experimentar con el alcohol y hacerlo de manera progresiva.
Algunos de los efectos del consumo de bebidas con alcohol menores son:
Tanto desde nuestro rol como familiares, como miembros de la comunidad y como comerciantes, podemos ayudar a prevenir el consumo de alcohol en menores de edad y retrasar el inicio de su ingesta hasta los 18 años.
El primer paso es reconocer y hacernos cargo del problema, en conjunto como sociedad. Las familias, todos los adultos y los propios menores deben saber que el consumo de bebidas con alcohol es sólo para mayores de edad, ya que es perjudicial para el desarrollo físico del adolescente, sus hábitos conductuales y su cerebro todavía inmaduro.
La familia juega un papel muy importante en torno a esta problemática. La contención, el ejemplo y la educación que brindan los padres, el entorno y los valores que estos imprimen afectan a los adolescentes en su formación y crecimiento de manera decisiva.
Lo más importante es el acompañamiento y el interés de los padres en la vida de sus hijos, como así también lo es una comunicación abierta sobre la bebida. Busque ayuda para su hijo si sospecha que tiene un problema con la bebida.
El hábito de consumir bebidas alcohólicas es un acto social que refleja en gran medida la cultura y las costumbres del pueblo en que se presenta. Los jóvenes crecen en un entorno que los induce a consumir desde temprana edad como una manera de pertenecer y relacionarse con el otro.
Como comunidad, es nuestra responsabilidad transmitir otros valores a los niños y adolescentes, y cuidarlos frente a los peligros de un consumo precoz.
En Argentina, la venta, obsequio o inducción a menores de 18 años al consumo de bebidas con alcohol está penada por la ley Ley 24.788. Sin embargo, muchos negocios no toman seriamente su responsabilidad y no miden los alcances que puede tener esta infracción para la vida de los adolescentes y de terceros.